El experimento de Everett [Parte 2/2]

Guillermo se encontró temblando. Desde que lo despidieran de su trabajo meses atrás, se había pasado noches en vela intentando entender la razón por la que fue destituido de un trabajo al que había entregado toda su atención, y cuando el amor de su vida se marchó tras decidir que no podía continuar junto a una persona que había perdido todo, se empezó a preguntar como habría sido su vida si todo se hubiera mantenido como estaba antes del despido. Ahora, después de tanto tiempo, ante él se abría la posibilidad de revivir, aunque fuera de forma simulada, todo aquello que en su día le hizo sentirse una persona querida.

- ¿Corro algún riesgo exponiéndome a esto? Estoy aquí para ayudarte y eso haré, pero necesito asegurarme de que sabes lo que haces.
- Confías muy poco en mi, Guillermo. -Sonrió de nuevo. Esta vez de una forma que  asustó un poco a su hermano- eres de mi familia, y como tal no dejaré que te pase nada malo. Te tendremos controlado por la pantalla de este cacharro que ves aquí -Dijo, señalando a la caja metálica-, sirve para medir tu actividad cerebral. Si vemos algo inusual, te sacaremos, no te preocupes. -Aquello debería haber disipado toda inquietud de Guillermo, pero no fue así. Había escuchado cosas sobre lo excéntrico que era su hermano y temía por que el éxito de la prueba fuera a anteponerse ante su seguridad, aun así, había llegado hasta allí y ya no podía echarse atrás- De acuerdo entonces, me pongo en vuestras manos. ¿Qué he de hacer ahora?
- Simplemente relájate y déjate llevar. Tu cerebro sabe en todo momento qué quiere y una vez que te conectemos al aparato, analizará tu mente y te traerá de vuelta a tu pasado feliz. -Volvía a sonreír frenéticamente-
- O al menos, así es como se supone que funciona. -Intervino Rosa-
- -Hugo fulminó con la mirada a su compañera- Nada de suposiciones querida, hemos estado meses estudiando esto, así es como funcionará.


Un escalofrío recorrió la columna de Guillermo, ¿Estaba haciendo lo correcto? Y si pasaba algo, ¿Rosa le ayudaría en caso de que su hermano decidiera seguir adelante? Fuera como fuese, decidió tumbarse en la camilla y colocarse el casco sobre la cabeza.

- Ahora, relájate y duérmete, la máquina hará el resto. -Dijo Hugo-

Intentó relajar su cuerpo. En esa posición y con los ojos cerrados, no tardó en dormirse. Cuando la máquina empezó a funcionar, la pantalla marcaba una actividad cerebral estable así que Rosa y Hugo se limitaron a observar, quizá a la espera de un cambio. Mientras ellos seguían ahí, en el cerebro de Guillermo empezaron a aparecer imágenes, había conseguido evocar el deseo de ver como sería su vida si todo hubiera seguido igual que hasta hacía un año. Se vio a sí mismo, junto a la mujer que tanto amaba, tan felices como siempre habían sido, vio al hijo que podrían haber tenido, tan vivaz como lo había sido su padre en otra época. Vio y vivió esa vida, siendo el protagonista. En su mente volvía a tener el control de lo que amaba, volvía a ser feliz. Aquella felicidad extrema fruto de vivir esa realidad idílica se tradujo en el aparato como un pico demasiado elevado de actividad cerebral.

- Deberíamos desconectarlo. -Dijo Rosa-
- Espera, ni se te ocurra, ¡Está funcionando! -Hugo soltó una carcajada- Mira eso, ¡Esos picos de actividad son positivos! ¡Está funcionando!
- ¡No sabemos qué repercusiones puede tener semejante actividad cerebral! ¡Déjame desconectarlo! Por el amor de Dios, ¡Es tu hermano! -Rosa agarró los cables de la máquina y tiró de ellos. Hugo lo intentó evitar abalanzándose sobre la chica, pero ya había desconectado el casco de la caja-
- ¡No! ¡Joder! -Estaba cabreado con la osadía de Rosa. Se levantó entonces y agarró a su hermano por el pecho, quien dormía profundamente. Al ser zarandeado, se despertó- ¡Volvamos a empezar!
- -Guillermo lo miró asustado- ¿Qué es esto? ¿Hugo? ¿Donde estamos?
- ¡Aparta! -Rosa apartó a Hugo de su hermano de un empujón- Guillermo, soy Rosa, ¿Me recuerdas?
- Rosa... No sé quien eres, ¿Dónde estoy?
- No bromees, dime que recuerdas algo. Has estado conectado a una máquina con el objetivo de hacerte ver una realidad alternativa a ésta, ¿Te suena de lo que te hablo?
- ¿Qué dices? ¿Dónde están mi mujer y mi hijo? -Guillermo se enderezó, cabreado, y miró a todos los lados-
- -Rosa se entristeció- Tu mujer... No está aquí. Intenta hacer memoria, ¿Reconoces este aparato? Vamos, debes recordar algo de esta sala.
- ¡Cállate ya! ¡Necesitamos que vuelva a ser conectado! -Hugo cogió los cables-
- ¿¡Es que no ves a tu hermano!? ¡Está totalmente desorientado y tu quieres volver a conectarlo a esa maldita máquina!

Mientras los dos discutían, Guillermo se percató de la música que sonaba desde el pasillo, era la misma que cuando entró en aquel lugar. Empezó entonces a hacer memoria. Recordó a Rosa, al experimento de su hermano y su vida antes de éste, y aunque lo recordaba muy lejano, la realidad era que ni siquiera habían pasado diez minutos desde que fuera conectado. Volver a la realidad donde no tenía nada fue más de lo que podía soportar. Dejó de escuchar a su alrededor. En ese momento sólo estaba él, en un mundo que no creía ser suyo, quería volver con su mujer y su hijo, pero sabía que no sería posible. Vio entonces una ventana al fondo de la sala. Se incorporó y comenzó a caminar hacia ella, con la mirada perdida. A medida que se acercaba, Hugo y Rosa fueron deteniendo la discusión. Rosa corrió hacia él, pero instantáneamente también lo hizo Guillermo hacia la ventana. No quería que nadie interfiriera en su decisión, así que cargó con el hombro y saltó, rompiendo el cristal y precipitándose al vacío irremediablemente. El aullido de Hugo tras ver a su hermano saltar heló la sangre de Rosa, quien se quedó sin saber cómo actuar.

- ¡Todo esto es culpa tuya, imbécil! -Increpó a su compañera, y se llevó las manos a la cabeza-
- -Rosa abrió los ojos como platos y se dejó caer sobre sus rodillas. Comenzó entonces a notar como las lágrimas caían por su mejilla- Creíamos conocer la repercusión de hacer a una persona revivir su pasado, pero no nos dimos cuenta de la verdadera magnitud del problema. Hemos dado a una persona una vida idílica, para luego desconectarlo y traerlo de vuelta a un mundo vacío para él. Jamás deberíamos haber llegado tan lejos. -Se levantó a duras penas, temblando, y arrancó los cables de la caja. Luego, cogió el casco y lo arrojó por la misma ventana por donde minutos antes había saltado Guillermo-
- ¡¿Pero qué haces?!  -Hugo abrió los ojos como platos, y acto seguido salió corriendo de la sala, dejando la puerta abierta de par en par-

El hilo musical del pasillo era entonces mucho más audible. Por alguna razón aquello apenó aun más a Rosa, quien, a diferencia de Hugo, no pudo hacer nada más que quedarse allí, llorando desconsoladamente y mirando por la ventana, bajo la débil luz del amanecer, el cuerpo inerte de la persona a la que acababan de arrebatar su única vida llena de felicidad.

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